Quinto sueño
Soñé que Macedonio Fernández soñaba que entraba en la máquina en el museo. Cansado de buscar a Eterna, metía todos los cuadros en una bolsa negra y comenzaba a llenar las enormes paredes con prólogos delirantes, y uno que otro zapallo para que combinara con la gruesa tinta negra de sus escritos.
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sábado, 29 de mayo de 2010
Tiempo Primero
Su pistilo de piel se abrió,
mientras el carmín gritaba
la vida se escapaba
y con ella moría el sol.
Azar desgraciado, somos tus juguetes,
leviatán nacido de nuestro arbitrio
que sin querer hacemos
reverberar de nuestras turbias aguas.
Artropos - ¿Quién es ese fantasma
que encarna sus pesadillas?
Outis - Yo soy ella,
me niego,
me reinvento.
Ella desaparece
y yo regreso.
Artropos - ¿A quienes habla?
¿Está llamando a sus espectros
que son solo fragmentos
padecidos a cada instante?
Láquesis - Se desvanece
en cada exhalación
sus pálpitos
son vibraciones calladas
de lo irremediable.
¡Vamos, corta su hilo!
Outis - Hay una plenitud
que me permite cruzar la frontera,
entonces me convierto en ti
hasta que llego a esa saciedad
y me consumo en el hastío.
Te transmutas,
ya no eres.
Artropos – Es lo perfecto,
lo intocable y delicado
es el castillo de arena que se deshace,
es el silencio,
es la muerte.
Outis - ¡Mira a este espejismo!
No te escondas,
no huyas de mí.
Mira a este monstruo,
a este ser tan apacible
que camina silencioso
y busca aquellos vibráfonos verdes
cuyo sonar centelleante
se me niega
al mencionarte.
Artropos – Ella le responde
con silencio
Outis - ¿Qué dices?
Refieres lo inexistente
¡Alegre tú que no existes!
Artropos – El resplandor de su destino
pronto se apagará
Láquesis – Son segmentos superpuestos
cuyos extremos
desconocen los límites
¡Por piedad!
No me obligues
a hilar lo imposible
Outis – Me pierdo
en un cubo de infinitas aristas,
no tengo estado.
¡La memoria me asfixia!
Artropos - ¡Mírame a los ojos!
Eres una fracción del todo y de la nada
y ella aún habita
en nuestro cosmos.
Le hablas,
ella responde
mas no la entiendes
porque ya no es de ti.
Outis – Ambos somos reflejos,
y cuando
me enfrento a aquel
muro de mercurio
me convierto en nada.
Adoro aquella dulce mirada marina
que tan solo puedo contemplar
cuando mira a ninguna parte
no sabes cuanto anhelo verme en ti.
Láquesis – Tañeré sus cuerpos
al ritmo
de bemoles marchitos
Artropos – Outis, Outis…
Láquesis – Cuerdas de plomo,
rozadas
por tu navaja ancestral
hieren al vacío
y se gozan en el vértigo
de lo inevitable.
Artropos – El azul tintinea
en la lejanía,
y tú te conviertes en un eco
más débil cada vez…
mientras el carmín gritaba
la vida se escapaba
y con ella moría el sol.
Azar desgraciado, somos tus juguetes,
leviatán nacido de nuestro arbitrio
que sin querer hacemos
reverberar de nuestras turbias aguas.
Artropos - ¿Quién es ese fantasma
que encarna sus pesadillas?
Outis - Yo soy ella,
me niego,
me reinvento.
Ella desaparece
y yo regreso.
Artropos - ¿A quienes habla?
¿Está llamando a sus espectros
que son solo fragmentos
padecidos a cada instante?
Láquesis - Se desvanece
en cada exhalación
sus pálpitos
son vibraciones calladas
de lo irremediable.
¡Vamos, corta su hilo!
Outis - Hay una plenitud
que me permite cruzar la frontera,
entonces me convierto en ti
hasta que llego a esa saciedad
y me consumo en el hastío.
Te transmutas,
ya no eres.
Artropos – Es lo perfecto,
lo intocable y delicado
es el castillo de arena que se deshace,
es el silencio,
es la muerte.
Outis - ¡Mira a este espejismo!
No te escondas,
no huyas de mí.
Mira a este monstruo,
a este ser tan apacible
que camina silencioso
y busca aquellos vibráfonos verdes
cuyo sonar centelleante
se me niega
al mencionarte.
Artropos – Ella le responde
con silencio
Outis - ¿Qué dices?
Refieres lo inexistente
¡Alegre tú que no existes!
Artropos – El resplandor de su destino
pronto se apagará
Láquesis – Son segmentos superpuestos
cuyos extremos
desconocen los límites
¡Por piedad!
No me obligues
a hilar lo imposible
Outis – Me pierdo
en un cubo de infinitas aristas,
no tengo estado.
¡La memoria me asfixia!
Artropos - ¡Mírame a los ojos!
Eres una fracción del todo y de la nada
y ella aún habita
en nuestro cosmos.
Le hablas,
ella responde
mas no la entiendes
porque ya no es de ti.
Outis – Ambos somos reflejos,
y cuando
me enfrento a aquel
muro de mercurio
me convierto en nada.
Adoro aquella dulce mirada marina
que tan solo puedo contemplar
cuando mira a ninguna parte
no sabes cuanto anhelo verme en ti.
Láquesis – Tañeré sus cuerpos
al ritmo
de bemoles marchitos
Artropos – Outis, Outis…
Láquesis – Cuerdas de plomo,
rozadas
por tu navaja ancestral
hieren al vacío
y se gozan en el vértigo
de lo inevitable.
Artropos – El azul tintinea
en la lejanía,
y tú te conviertes en un eco
más débil cada vez…
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